"Oblivion": Restos para Cenar


Crítica originalmente publicada en Hello Friki. VER
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Coge un poco de “Star Wars” (George Lucas, 1977), un poco de “Moon” (Duncan Jones, 2009) y un poco de “Independece Day” (Roland Emmerich, 2006). Añádele una pizca de Tom Cruise. Agítalo fuerte para mezclarlo bien. Véndelo como una novedosa superproducción y ¡voilá! Ahí tienes “Oblivion” lista para ser emitida.

Convencional película de Joseph Kosinski (al que se le puede recordar por la reciente “Tron Legacy” (id. 2010) que traslada la acción a un futuro no muy lejano, donde una raza alienígena ha asolado la Tierra dejándola inhabitable. Después de repeler la invasión, los seres humanos han sido trasladados hasta Titán. Pero para sobrevivir les es necesaria el agua del planeta Tierra. Para ello, se han creado una serie de estructuras que son defendidas por un pequeño grupo de hombres ante los ataque de los supervivientes alienígenas. Jack Harper (Tom Cruise) es uno de estos hombres y su misión consiste en la reparación de los sistemas de defensa averiados. Jack, tiene una serie de recuerdos de la Tierra que le atormentan constantemente y le hacen preguntarse sobre la finalidad de la misión.

Nuevamente una historia de ciencia ficción que apuntaba alto viendo los traileres y que al final, como la gran mayoría, se queda por el camino. No es la primera vez que se trata el tema de un mundo post-apocalíptico, el interés estaba básicamente, en ver cómo presentaban la historia. Una historia que al final resulta ser más de lo mismo en el género (y fuera de él). Una lineal introducción, nudo y desenlace sin dobles lecturas, giros argumentales o sorpresas finales. Vista la película a uno se le ocurren multitud de maneras para retorcer la trama a partir de lo expuesto, pero se ha decidido ir por lo fácil y efectivo.

El problema es que “Oblivion”, en lo que es, tampoco es redonda. Pretendiendo como se ha pretendido que sea una película de acción y aventuras de cero discurrir intelectual (es decir: una película de esas para toda la familia), es imperdonable lo que tarda la película en atrapar la atención de espectador. Lo logra hacia los últimos tres cuartos de metraje (del final de la película no hay nada que objetar en este aspecto). El problema se encuentra en el desarrollo inicial, que se estira más de lo necesario para alcanzar el nudo de la historia. Los más de treinta minutos que tarda en arrancar todo, se podrían haber resumido en diez sin ningún problema y ganando la película en su conjunto. La cosa es que, con la historia flojita que presentan, en vez de en las dos horas de duración, se quedaría en una hora y media escasa (algo prohibido para una superproducción actual).

Tampoco ayudan los diálogos al asunto, que si bien correctos, son como la película en su conjunto, bastante planos. Pero otra vez; tal como se ha planteado “Oblivion” no son necesarios esos grandes diálogos. Se intenta aún así, un burdo intento de reflexión intelectualoide al principio y al final de la obra, que para bien de todos, no va a mayores.

En este gran refrito que es “Oblivion”, Tom Cruise es el rey. Es una película hecha para su lucimiento. Pocos son los momentos en los que no está en pantalla y mientras, el resto de personajes quedan eclipsados por su papel. Queda como ejemplo de ello Morgan Freeman, cuya actuación, a pesar de su fama como actor, apenas tiene relevancia en el relato. No se profundiza mucho en los personajes; se dan unos datos mínimos para dar lógica a la historia y ahí se quedan. Una historia más compleja habría dado, lo repito una vez más, mucha más riqueza (más aristas) a estos personajes.

Oblivion” es un puedo pero no quiero. Una sombra de algo que podría haber sido grande. Es una mera entretenedera para los aficionados al género de la ciencia ficción. No innova. Apenas es original. Su visionado es un constante recordar de otras muchas películas ya creadas. Cumple su cometido de entretener y seguramente arrase en taquillas. Pero para su desgracia y la nuestra, está abocada al olvido.

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