Crítica originalmente publicada en Imovilizate. VER
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A escasos meses del estreno de la
segunda parte de “Los Vengadores”
(Joss Whedon, 2015) – película que supondrá el punto y final a la conocida como
Fase 2- a la Marvel Studios no le
pueden ir mejor las cosas. Su universo cinematográfico de superhéroes se ha
convertido en una de las más rentables franquicias del séptimo arte y así lo
demuestran los más de 6.600 millones de
dólares que lleva recaudados con tan solo diez películas en el mercado. Todo
lo que esta productora toca se transforma en oro y su sello ha alcanzado tal
prestigio que hasta las adaptaciones más arriesgadas acaban por convertirse en
taquillazos.
Ese ha sido el caso de Guardianes
de la galaxia (James Gunn, 2014), película que surgió de la adaptación
de un cómic poco conocido entre el público y que a estas alturas lleva
acumulados 300 millones de dólares,
una fortuna que es bastante probable que llegue a duplicarse cuando la cinta se
estrene en los siempre importantes mercados de China y Japón. La vida es de
color rosa en Marvel que, además, parece haber dejado atrás las irregulares
primeras historias para ofrecer a cambio completos
y exigentes productos de entretenimiento. Deslumbraron con “Los Vengadores”, repitieron jugada con la
notable “Capitán América: El soldado de
invierno” (Anthony Russo, Joe Russo, 2014) y han sabido mantener el nivel con
la pirotécnica Guardianes de la galaxia.
Decía James Gunn que su principal objetivo con Guardianes de la galaxia era el de crear
un producto de primera calidad capaz de satisfacer al mayor número de espectadores
y que – a su vez- pudiera dejar una huella parecida a la lograda hace más de
treinta años por la trilogía de “Star
Wars”. Desconozco que se pensará de la película de aquí a tres décadas,
pero lo que sí puedo afirmar es que Gunn ha puesto todo su corazón y entusiasmo
a la hora de crear una destacada space-opera que, sin embargo – y a
opinión de quien escribe- no llega ni de lejos al nivel de historia de la trilogía
original de Geoge Lucas, ni al nivel de entreteniendo con el que nos sorprendió
la sobresaliente “Star Trek: En la
oscuridad” (J. J. Abrams, 2013).
No voy a negar que Guardianes de la galaxia es una notable y efectiva cinta palomitera que
hará las delicias de todos aquellos que disfruten de los géneros de aventuras,
acción y ciencia ficción, pero también debo decir que no es ni mucho menos tan
perfecta como gran parte del público defiende. Aquellos que tengan largas horas
de cine grabado en las retinas y que – además- hayan dejado atrás la capacidad
de asombro tan propia – y simple- de la adolescencia, sabrán darse cuenta que
la película, aún en su espectacularidad, podría
haber sido algo mucho más grande si se hubieran cuidado ciertos pequeños
detalles.
Guardianes de la galaxia tiene una gran virtud que reside en el aspecto cómico que presenta la
historia. De hecho, es bastante probable que se trate de la más humorística y
gamberra de todas las películas hechas por Marvel hasta la fecha. Este cachondeo,
que llega muchas veces a alcanzar el nivel del absurdo – me parece maravilloso
el momento de las metáforas y dobles sentidos-, es el principal motor que permite al trabajo de Gunn ser tan efectivo
como atractivo para el gran público. El humor es el alma de Guardianes de la galaxia, y todo
funciona a la perfección mientras los personajes y sus acciones giran en torno
al mismo.
Pero hay un gran problema, y es
que cuando la comedia desaparece de la pantalla, todas carencias que tiene la película quedan al descubierto. Guardianes de la galaxia es una película
que no es capaz de tomarse en serio a sí misma y es por ello mismo por lo que
los momentos de mayor seriedad desentonan tanto en contraste con el conjunto. Son
momentos donde el diálogo es vital para mantener la tensión/la atención de un
espectador que, sin embargo, se encuentra con frases manidas, tópicos y conversaciones huecas. Esto, que es algo
que afecta a toda la cinta, es seguramente el aspecto que más chirría del
trabajo de Gunn, si bien el comentado tono cómico lo disimula con bastante
efectividad.
Guardianes de la galaxia, es desenfreno, irreverencia; una
marabunta repleta de acción, explosiones, batallas espaciales y épica. La
historia se desenvuelve de forma efectiva, contando con un arco argumental
ejecutado a la perfección y que resuelve con un apoteósico clímax final muy semejante al logrado en “Los Vengadores”. Maravillan los
bellísimos escenarios cósmicos creados para la ocasión, así como la excelsa banda sonora escogida como
acompañamiento a esta aventura estelar. No veo mal señalar que la mayor parte
de los elementos que componen la película se antojan recurrentes y es que – de
hecho- Guardianes de la galaxia se
podría describir como una excelente amalgama
de escenas y personajes rescatados de multitud de películas de ciencia
ficción.
Peter Quill (Chris Pratt), Gamora
(Zoe Saldana), Drax (Dave Bautista), Rocket y Groot, conforman el quinteto de
protagonistas de Guardianes de la galaxia,
un grupo de disparatados perdedores que
se unirán para salvar su pellejo y – sin quererlo- el de todo el cosmos. Son
personajes empáticos que quedan trazados
de forma simple aunque suficiente como para diferenciarles y darles
personalidad propia. Otro cantar es el caso del villano de turno que, como en
otras cintas de Marvel, vuelve a ser escandalosamente
plano y cargado de estereotipos.
Me atrevería a decir que Guardianes
de la Galaxia es una película estupenda si se visiona con la edad adecuada,
pero que al público más adulto le puede dejar un regusto amargo. Es
indiscutible que cumple con su cometido
que no es otro que el de entretener, pero si nos vamos más allá de la
superficie y nos fijamos en los detalles, es fácil darse cuenta de que los
pilares que sustentan a esta notable aventura espacial, son más endebles de lo
que parecen. Y esto, de cara a la anunciada secuela, puede convertirse en un
grave problema.
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