Soviet Sunday (y VII): Iván el Terrible

Con "Iván el Terrible" se cierra este amplio conjunto de películas dirigidas por Eisenstein. Lo que en un principio iba a tratarse de una trilogía acerca del famoso zar ruso, finalmente quedó reducida a dos películas debido tanto a problemas políticos como de salud. "Iván el Terrible" supone el punto y final a un sobresaliente trabajo cinematográfico que ha conseguido consolidar a Eisenstein como uno de los directores más importantes e influyentes de todos los tiempos. Y qué mejor forma de terminar que dando vida a una obra maestra imprescindible para cualquier aficionado del cine.

"Iván el Terrible" narra la ascensión del príncipe Iván como primer zar de Rusia. Desde la coronación muchos de los señores feudales (boyardos) se muestran recelosos por sus ideas políticas, con las cuales pretende unir todos los estados rusos en uno solo gobernado por él. Tras la conquista de Kazán, los boyardos comienzan a conspirar contra él debido a que Iván los toma como enemigos de la Rusia unida que tanto anhela. Así comenzará una dura batalla entre el zar y los feudales que apoyados por la iglesia, buscarán destituir al soberano para conseguir ellos el poder.

Una vez más Eisenstein, como ya ocurrió en "Alexander Nevsky", Eisenstein vuelve a recurrir a la historia rusa para narrar una película. Esta vez nos presenta la vida de unos de los zares más conocidos de Rusia con todos los problemas que tuvo que sufrir debido a sus ideas reformistas del gobierno. La actuación y evolución del personaje de Iván a lo largo de las tres horas que duran las dos películas es espectacular, las expresiones de su cara son igualmente excepcionales (sobre todo en las escenas en las parece rozar la locura) y dotan al personaje de vida y personalidad. Una actuación sublime que a veces, (cosas mías que quizás no tengan nada que ver), me recuerda mucho a Nosferatu.

Igual de brillante son los escenarios y el montaje de la película, cosa que caracteriza a Eisenstein y que quizás había dejado un poco de lado en "Alexander Nevsky". Una vez vista la película, nos podemos dar cuenta que Iván reúne, casi en su totalidad, todas la características que han acompañado a Eisenstein a lo largo de su carrera cinematográfica. Los escenarios donde se desarrolla la trama están cuidados al milímetro tanto en su decoración como en el aspecto de buscar la riqueza y la grandeza. Esta última la volvemos a ver sobre todo en la batalla de Kazán, donde al igual que en Nevsky, se busca enseñar extensiones de tierra enormes llenas de militares y armas, dando así una sensación de espectaculidad enorme. La batalla contra Kazán es visualmente una de las mejores escenas que ha rodado Eisenstein a lo largo de su carrera. Ha sabido aprovechar en su totalidad todo el terreno así como las profundidades que se pudieran dar en un plano. Se nota la mejoría respecto a la anterior película.

Otras de las características que engrandecen a esta película es el uso de las luces y de las sombras. Hay cierta escena en la primera parte donde se ve una enorme sombra del zar reflejada en la pared, junto a una esfera celeste y un súbdito que recibe órdenes. Esta escena básicamente compara a Iván con un dios que tiene el poder sobre la Tierra y sobre las personas. Magnifica la imagen del zar.

Otra idea, santo y seña de Eisenstein que verdaderamente se echa mucho de menos en "Alexander Nevsky" y que aquí se vuelve a recuperar, son las escenas en las que se suceden de manera rápida, primeros planos de caras de personajes. Esta característica está presente en todas las películas mudas del director como una forma de transmitir sensaciones en los personajes. En "Nevsky" desaparecieron, creo yo, debido a que con el sonido y la voz se podían transmitir los sentimientos, pero en "Iván" se vuelve a presentar con esa misma función y añadiendo tensión a la trama.

Es bastante gracioso ver a lo largo de la película, como los “terribles” son en realidad los boyardos que no hacen mayor oficio que conspirar contra Iván y sus ideas políticas y militares. Los actos de estos son los que van modelando el espíritu del zar y transformándolo en el ser que después fue. Es bastante desalentador ver cómo la historia de la humanidad ha sido siempre igual de mezquina, sin importar la época o el lugar de los hechos. Todos desean el poder ya sea de manera directa o a partir de la manipulación del que está en el trono, algo muy presente en esta película. Casi cinco siglos después de estos sucesos se puede decir que seguimos este camino. Y no tiene pinta precisamente de cambiar.

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