Crítica originalmente publicada en Hello Friki. VER
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Está claro que la ciencia ficción no es un género fácil. Son innumerables las películas que salen a la luz al cabo del año y no son pocas las que caen en el olvido al mismo instante de nacer. Con suerte, una u dos de esas obras se salvarán de la criba y tendrán la fortuna de cubrirse de polvo en las videotecas de los cinéfilos. No hace muchos meses medio mundo se puso en pie ante el renacimiento de la saga “Alien” capitaneada por el propio Ridley Scott, director de la primera de todas. “Prometheus” resultó ser, después de una de las más inteligentes campañas de marketing de la historia (inteligente pero engañosa), un timo de desproporcionadas dimensiones. Un sinsentido imposible de hilvanar bien secundado por unos personajes de vergüenza. Alien mal hecho por el mismo director.
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Está claro que la ciencia ficción no es un género fácil. Son innumerables las películas que salen a la luz al cabo del año y no son pocas las que caen en el olvido al mismo instante de nacer. Con suerte, una u dos de esas obras se salvarán de la criba y tendrán la fortuna de cubrirse de polvo en las videotecas de los cinéfilos. No hace muchos meses medio mundo se puso en pie ante el renacimiento de la saga “Alien” capitaneada por el propio Ridley Scott, director de la primera de todas. “Prometheus” resultó ser, después de una de las más inteligentes campañas de marketing de la historia (inteligente pero engañosa), un timo de desproporcionadas dimensiones. Un sinsentido imposible de hilvanar bien secundado por unos personajes de vergüenza. Alien mal hecho por el mismo director.
“Prometheus”, como ya ocurriera con la serie de “Lost” (ambas obras escritas por Damon Lindelof, lo cual explica
bastantes cosas) ha generado dos amplios y marcados grupos de personas: los fans
incondicionales que mágicamente encuentran sentido a todo; y los detractores
que escupen al suelo cada vez que el tema en cuestión retorna a su mente. Si
una película, una serie, un obra cualquiera genera esta división tan
pronunciada entre el público es que algo debe fallar en ella. Si bien la
mayoría no siempre tiene porqué tener razón (el borreguismo en el cine está tan
presente como en otros muchos aspectos de la sociedad y donde va Vicente va la
gente), normalmente, cuando existe un apoyo/rechazo unánime de público y
crítica hacia una obra tiende a hacer buena/mala a esta misma. Seguramente, la
última creación que se ha permitido el lujo de ser considerada una gran obra de
ciencia ficción por una amplia mayoría, fue “Origen” de Christopher Nolan.
Lo que “Origen” proporcionó allá en el año 2010 fue originalidad. Una idea
original y una trama brillantemente trazada y cuidada que evitaba caer en la
repetición de elementos ya usados en otras películas. “Origen” tenía la capacidad de sorprender al espectador y de
enredarle de tal manera que el desenlace no era previsible. No falta en la
ciencia ficción buenas ideas, como por ejemplo la idea del tiempo en “In Time”, estrenada el curso pasado.
Buenas ideas echadas a perder con desarrollos planos, historias repetitivas y
finales fáciles de adivinar a los veinte minutos de metraje. ¿Alguien dudaba
que todos los secundarios de “Prometheus”
iban a estar muertos al final de la película? Es algo que se sabe desde el
primer momento que salen en pantalla. El lastre de la ciencia ficción es la
falta de originalidad y, por desgracia, esto está al orden del día.
No se salva “Looper” de este mal. Nos encontramos ante una introducción
minimamente atractiva (y realmente absurda si se piensa un poco): habiendo sido prohibido cualquier tipo de asesinato en
el futuro, los condenados a muerte son enviados al pasado donde la organización
de los “loopers” se encarga de eliminarlos. En uno de estos casos, uno de estos
loopers se encontrará frente a su “yo” del futuro. Los viajes en el tiempo no
son nada nuevo en la historia del cine. Hay dos películas magníficas que ya han
exprimido al máximo todos los aspectos que este género puede ofrecer: “La Jetée” (cortometraje experimental
francés de los años 60) y “12 Monos”
(adaptación cinematográfica del corto citado y estrenada en 1995). “Looper” no muestra nada que “12 Monos” no haya mostrado y de una
manera bastante superior. “Looper” es un refrito de “12 Monos” modificando únicamente la trama sobre la que se
desarrolla. Una trama que se muestra interesante en un principio, porque bien
te crees que se te va a contar algo diferente, pero que empieza a perder fuelle
rápidamente a partir de los veinte minutos asemejándose cada vez más a la
película de Terry Gilliam. Si “12 Monos” es una historia compleja,
confusa y retorcida, “Looper” es una
llanura interminable y totalmente previsible.
Tiene un problema gravísimo esta
película: su duración. No llega siquiera a las dos horas y aun así el metraje
es excesivo. Fácilmente se podría recortar treinta minutos que bien vendrían
para dar mayor viveza y alegría al desarrollo a la par que se eliminarían
escenas de auténtica vergüenza ajena. “Looper”
comienza mostrándose como una historia solemne con un buen prototipo de
antihéroe a la cabeza. Pero todo se diluye rápidamente en cuanto comienza el
nudo del asunto. El protagonista se humaniza perdiendo su atractivo inicial y
el formalismo es sustituido por una trama insulsa con personajes repelentes (el
niño) y estúpidos (el compañero de Joe) que empiezan pisando fuerte pero que se
desdibujan al instante (Sara). Bruce Willis va a su rollo protagonizando
vergonzosos momentos “Jungla de Cristal”
que terminan por destrozar cualquier atisbo de lo que “Looper” podría haber sido y que jamás será.
No se puede romper una lanza a
favor de esta película. Es muy triste como un sensacional e impactante inicio,
es tirado por la borda vulgarizando el resto de la obra. Debemos recordar una
vez más una idea que es básica: La esencia de una obra debe perdurar en toda su
amplitud sin que esto signifique que no pueda evolucionar. Las grandes series
de televisión (Breaking Bad, Mad Men, The Wire, Los Soprano...) son grandes por
esta razón: por ser fieles a sí mismas a lo largo de los capítulos y las
temporadas. Pero lo que es inaceptable es que se pase del blanco al negro de
una patada sin mayor explicación. Eso ni es cine ni es nada.
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