Crítica originalmente publicada en Hello Friki. VER
--------------------
--------------------
Diez
años después de concluir con la saga de “El
Señor de los Anillos”, Peter Jackson
retorna al mundo imaginario de J.R.R.
Tolkien con la adaptación de la que es seguramente la mejor obra del
escritor británico. “El Hobbit” es un cuento que Tolkien
escribió primeramente para sus hijos y que posteriormente sería publicado
debido al interés de una editorial. Sería el éxito de ventas de esta obra, lo
que le llevaría a escribir años después “El
Señor de los Anillos”, con un tono mucho más adulto y alejándose del
carácter más infantil de “El Hobbit”. Porque “El
Hobbit”, bien sabrán los que se han leído el libro, es un sencillo y ameno cuento para niños.
Ha
tardado Hollywood en dar el paso para filmar dicha historia. Conociendo como
son, es bastante extraño (y más teniendo en cuenta el exponencial éxito de “El Señor de los Anillos”) lo que se ha
tardado en realizar esta película. La cosa es que desde primer momento existieron
problemas legales y financieros con la
productora (Metro Goldwyn Mayer llegó
a declararse en quiebra en el 2010) que retrasaron considerablemente el rodaje.
A esto se sumó la renuncia del que iba a ser director: Guillermo del Toro. En este punto, Peter Jackson pasó de producción a dirección, Guillermo del Toro
quedó solo como guionista y finalmente, la Metro y la Warner Brothers se pusieron de acuerdo en colaborar para la
realización de “El Hobbit”. Por
supuesto, siguiendo la moda impuesta por “Harry
Potter” y “Crepúsculo”, se
decidió dividir el libro en dos películas, que mucho más tarde, se convertirían
en tres. Una trilogía de un librito de poco más de trescientas páginas.
Aclarar
esto último, que hay mucha gente que no lo tiene claro. El libro de “El Hobbit” va a ser adaptado, como estaba
pensado desde un principio, en las dos primeras películas (“Un Viaje Inesperado” y “La Desolación de Smaug”). La tercera
película sacada de la manga (“Partida y
Regreso”) se encargará de narrar los hechos acontecidos entre el final de “El Hobbit” y el inicio de “El Señor de los Anillos” (a entender: el
Concilio Blanco, la expulsión del nigromante de las ruinas de Dol Guldur y el
resurgimiento de Sauron). ¿Necesaria esta trilogía? En absoluto. Si se pudieron
adaptar “Las Dos Torres” o “El Retorno del Rey” (obras mucho más
amplias y complejas) ¿qué no se podría haber hecho con “El Hobbit”? No solo se podría haber hecho, sino que el resultado
habría sido bastante satisfactorio.
De
todas formas, más allá de comprensibles ambiciones económicas, hay que reconocer
que dividir “El Hobbit” en dos partes
puede (a la espera de ver la segunda parte) haber sido beneficioso para la
historia. Uno de los problemas que tuvo “El
Señor de los Anillos” fue la cantidad de escenas y elementos que se
quedaron fuera. Solo hace falta recordar la crucifixión de Jackson después de
dejar al personaje de Tom Bombadil
fuera de las películas; o la bajada de
pantalones del final de “El Retorno
del Rey” con la idílica vuelta a la Comarca (cosa que en el libro no es
idílica en absoluto). Con “El Hobbit”,
la adaptación es completa en todos
los aspectos de la historia e incluso, Jackson se toma la libertad de añadir
subtramas inexistentes en el texto. Subtramas
innecesarias, que si bien enriquecen la historia, la ralentizan más que
otra cosa: la lucha entre Thorin y Azog; la reunión insípida entre Saruman y
Gandalf (desgraciadamente lo peor de la película porque no aporta absolutamente
nada) o la aparición de Radagast (escena que tendrá su importancia de cara a la
tercera película). Quitando esto y quitando un poco de la excesivamente alargada
introducción, y el libro de “El Hobbit”
podría haber quedado perfectamente adaptada en una sola película.
Pero
como ya hemos dicho, la división en dos películas no es mala en absoluto. De
hecho, esta ha permitido a Jackson recrearse
en el guión, lo cual es de muy agradecer. No hay comparación entre los diálogos de “El Señor de los Anillos” y los de “El Hobbit”. Cualquiera que se haya repasado las tres películas del
anillo, habrá podido darse cuenta de la pobreza
lingüística de los personajes así como de la gran abundancia de frases
“épicas” estereotipadas. En plena recién estrenada adolescencia (como nos pilló
a muchos) estas “ingeniosas” frases seguidas de fieras batallas, eran lo más
cercano que se estaba de tener un orgasmo cinematográficamente hablando. Pero
diez años después no. Y es cuando te das cuanta de la pobreza que sufren gran
parte de los diálogos. En comparación con “El
Hobbit” hay un abismo enorme en este aspecto. Los personajes no tienen
miedo de hablar, de contar cosas y profundizar en ellas. Se nota mucho el
cuidado que se ha dado a este aspecto y es algo muy a tener en cuenta.
Habría
sido muy interesante ver como Guillermo
del Toro habría montado el mundo de Tolkien; si se habría variado mucho de
la visión de Peter Jackson. Pero como ocurrió con la cancelada “Las Montañas de la Locura” nos volvimos
a quedar con las ganas de ver a Del Toro en acción. La productora tampoco se
quebró mucho los sesos a la hora de elegir a Jackson como sustituto. Una
apuesta segura y una continuación del mundo de “El Señor de los Anillos”. Nada nuevo bajo el sol: Mismos
personajes-actores, misma grandiosidad
visual... todo a gusto de los acérrimos fans del anillo. Un grato
reencuentro con sus héroes diez años después. El aspecto general de “El Hobbit” es más amable del de “El Señor de los Anillos” y tanto la
historia como los personajes son mucho más desenfadados. La película es una
continuación del mundo creado con “El
Señor de los Anillos” pero toma correctamente el ambiente de cuento que
posee el libro de “El Hobbit”.
Algo
interesante a comentar es el protagonismo cuasi inexistente de Bilbo. Es su historia, es su aventura,
pero su personaje queda eclipsado primeramente por Gandalf, que cuando está en pantalla se merienda al resto de
actores; y seguidamente por Thorin.
De hecho, queda la sensación de que “El
Hobbit” es realmente la historia del retorno y venganza de Thorin. Bilbo
pasa (como buen hobbit según Gandalf) prácticamente desapercibido por la película
y salvo la escena con Gollum
(seguramente lo más conseguido de todo el film) su presencia es insignificante.
Es
preciso igualmente hablar de las “evoluciones
visuales” incorporadas con “El Hobbit”.
En contra de lo que se lleva haciendo desde hace casi una centuria en el cine,
Peter Jackson decidió que iba a rodar “El
Hobbit” a 48 fps (fotogramas por
segundo), el doble de lo normal hasta la fecha. Comentan los entendidos en
temas audiovisuales que la grabación de las películas a 48 fps supondrá una revolución
visual, que se alcanzará una nitidez y calidad nunca vistas hasta la fecha. El
realismo hecho cine. Que no os engañen. La verdadera revolución visual llegó ya
hace años con la High Definition
(HD) donde se ve claramente una extraordinaria mejora de la imagen.
Teóricamente se puede hablar de las mejoras de duplicar los fotogramas por
segundo. Visualmente la diferencia es mínima con una imagen en HD. La
diferencia entre 24 y 48 fps es imperceptible y para nada va a significar una
revolución cinematográfica como algunos aclaman; como mucho un encarecimiento
innecesario de las producciones. Entiéndase como un timo al nivel de las tres
dimensiones. Y bien se puede decir, sin ningún tipo de complejo, que el 3D es una estafa cinematográfica. A
la película de “El Hobbit”, en teoría
preparada desde cero para este formato, el 3D no aporta absolutamente nada. Una
leve profundidad en la escena que resulta más molesta que enriquecedora.
Visionada la película en una sala IMAX, en principio la sala por
excelencia para las proyecciones de 3D, el resultado es el mismo que el que se
pueda obtener en una sala normal. El 3D no sirve para nada.
De
todas formas, más allá de los sacadineros, “El
Hobbit” puede quedarse como una buena
y entretenida película de aventuras. Una película que podría recortarse
perfectamente en varias escenas y quedar más redonda y más ágil, pero que
cumple con creces el papel que debía desarrollar. Podría citar decenas de
películas de aventuras inmensamente superiores a “El Hobbit”, pero vuelvo a decir, el resultado de la película de
Peter Jackson es notable. Si no se tuercen las cosas con la segunda parte,
ambas películas van a quedar como obra
muy por encima de “El Señor de los
Anillos”. Por último y por favor, si tienen la posibilidad de elección, vean la película en Versión Original. Solo así se librarán
de tener que escuchar ese atentando auditivo que es el doblaje de la canción “Misty
Mountains” que los enanos cantan al principio. Dicho queda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario