Crítica originalmente publicada en Hello Friki. VER
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A lo largo de las últimas dos décadas, hemos podido observar como Pixar se ha ido convirtiendo en unas de las empresas de animación más importantes y rentables de la industria cinematográfica. Desde el lanzamiento de su primer largometraje "Toy Story" (John Lasseter, 1995) hace casi veinte años, la compañía fundada por Steve Jobs y John Lasseter, ha conseguido desbancar a la todopoderosa Disney del trono que con holgura había ocupado prácticamente desde sus inicios. Dos factores han sido claves para alcanzar este logro: el primero es el tono más juvenil y moderno que Pixar ha conseguido dar a sus películas. El segundo ha sido una serie de desafortunadas cintas que por no saber adaptarse a los tiempos que corren, han dilapidado la imagen de la compañía del ratón. Salvo contadas excepciones, desde el inicio del nuevo milenio las cintas de Disney han ido desfilando con más pena que gloria en medio del repunte de Pixar. Ambas empresas mantenían un contrato de colaboración desde el año 1991, pero varios problemas en las pretensiones de ambas compañías, provocaron la ruptura del acuerdo en el año 2004. Disney, sin embargo, viendo como sus obras eran cada vez peor recibidas y a sabiendas del poder y fama que la marca Pixar estaba alcanzando, decidió adquirir finalmente el estudio de Jobs y Lasseter por siete mil millones de dólares.
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A lo largo de las últimas dos décadas, hemos podido observar como Pixar se ha ido convirtiendo en unas de las empresas de animación más importantes y rentables de la industria cinematográfica. Desde el lanzamiento de su primer largometraje "Toy Story" (John Lasseter, 1995) hace casi veinte años, la compañía fundada por Steve Jobs y John Lasseter, ha conseguido desbancar a la todopoderosa Disney del trono que con holgura había ocupado prácticamente desde sus inicios. Dos factores han sido claves para alcanzar este logro: el primero es el tono más juvenil y moderno que Pixar ha conseguido dar a sus películas. El segundo ha sido una serie de desafortunadas cintas que por no saber adaptarse a los tiempos que corren, han dilapidado la imagen de la compañía del ratón. Salvo contadas excepciones, desde el inicio del nuevo milenio las cintas de Disney han ido desfilando con más pena que gloria en medio del repunte de Pixar. Ambas empresas mantenían un contrato de colaboración desde el año 1991, pero varios problemas en las pretensiones de ambas compañías, provocaron la ruptura del acuerdo en el año 2004. Disney, sin embargo, viendo como sus obras eran cada vez peor recibidas y a sabiendas del poder y fama que la marca Pixar estaba alcanzando, decidió adquirir finalmente el estudio de Jobs y Lasseter por siete mil millones de dólares.
En mayor o menor medida, Pixar ha sabido mantener la calidad que ha acompañado siempre a sus obras. Sin embargo, en los últimos años, la imagen de la compañía se está empañando con el lanzamiento de una serie de secuelas y segundas partes que, aunque siempre correctas y entretenidas, dejan la sensación de que Pixar se está acomodando y que ahora mismo está más interesada en el beneficio que en la comentada calidad de sus historias. No es tonta Disney que sabe de la importancia de mantener el estatus adquirido de Pixar. Así, después de las críticas negativas que recibió la innecesaria "Cars 2" (John Lasseter, 2011), Disney haya decidido desvincular completamente “Aviones” (Klay Hall, 2013) de la compañía de Jobs y asumirla completamente bajo su nombre.
Lo que no podía dejar de hacer Disney es desaprovechar el tirón comercial que el mundo de “Cars” había generado sobre todo a raíz de su segunda parte. Más allá su discutible atractivo, “Cars 2” fue una operación destinada a la venta de merchandising (productos, juguetes y objetos promocionales de la película) lo que supuso un enorme beneficio económico a la empresa. “Aviones” es un producto que busca seguir esa estela, desarrollándose inteligentemente en el mismo mundo de “Cars” y con personajes de apariencia semejante. El efectivo gancho de la familiaridad.
“Aviones” cuenta la historia de Dusty, un avión que sueña con participar en la vuelta a mundo y competir contra los mejores corredores. Pero Dusty sabe que sus posibilidades de acudir al evento son remotas, ya que solo se trata de un fumigador sin velocidad ni técnica. Por ello, decide recurrir a un viejo caza experimentado que le pueda entrenar y optar así a la victoria.
Vieja y trillada es la historia de superación que “Aviones” malamente desarrolla. No se podía esperar otra cosa de un spin-off de una saga que nunca terminó por ganarse al público en general. No ha puesto Disney entusiasmo alguno por dar forma a la trama, siendo la película es la mera excusa; el intermediario necesario para la venta posterior de juguetes en tiendas. “Aviones” es una cinta hueca, sin alma, que se desarrolla demasiado precipitadamente en su introducción, como si tuviera prisa por llegar al meollo del asunto: la vuelta al mundo. El problema es que esta competición es tan anodina como sus preliminares. Son una serie de escenas que se van resolviendo por inercia sin ningún tipo de tensión o suspense. En ningún momento se llega a sentir que el protagonista se encuentre en una verdadera situación de peligro. Los acontecimientos simplemente se precipitan hacia un final elementalmente fácil de adivinar. Pero insisto, no es cuestión de que la historia sea sencilla, es la falta de sentimiento lo que impide que “Aviones” sea un entretenimiento completo y apto para toda la familia.
No llegan tampoco los personajes, que se ridiculizan a base de chistes tontos carentes –metafóricamente- de todo sentido del humor. Protagonistas, secundarios y villanos -planos y estereotipados- se pasean por la pantalla sin ningún tipo de atractivo que les permita ganarse la simpatía del espectador. Se nota un malogrado intento de diferenciación en el personaje mexicano, pero los diálogos simples y una burda comicidad, impiden que pueda destacar por encima del resto de competidores.
Suficiente película que a pesar de todos sus defectos logrará entretener a los infantes, pero que por mucha intención que se ponga, apenas arrancará un par de sonrisas en los adultos, a los que la escasa hora y media que dura la cinta, se les puede llegar a hacer larga. Es “Aviones” un hombre de hojalata que busca un corazón. Película hecha a desgana, carente de acción y de emoción. De todas formas no se asusten si de aquí a unas semanas oyen algo sobre una segunda parte, porque los ingresos en taquilla están siendo más que aceptables. Realmente, sería algo lógico.
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