“15 años y un día”: Tibio entretenimiento

Crítica originalmente publicada en Hello Friki. VER
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No será hasta el próximo 16 de Enero cuando finalmente conozcamos las cinco películas nominadas para competir por la estatuilla de ‘Mejor Película Extranjera’ en los premios Oscar de Hollywood. 75 películas de todo el mundo optan por alcanzar esta nominación final de la que el año pasado salió triunfadora la película austriaca “Amor” (2012) del recientemente galardonado Premio Príncipe de Asturias de las Artes, Michael Haneke. No se prevé fácil que la obra selecciona por la academia española este año, “15 años y un día” (Gracia Querejeta, 2013) sea una de las elegidas; y no digamos ya alzarse con el premio gordo como lo hicieran anteriormente “Volver a empezar” (José Luis Garci, 1982), “Belle Époque” (Fernando Trueba, 1993), “Todo sobre mi madre” (Pedro almodóvar, 1999) y “Mar Adentro” (Alejandro Amenazar, 2004).

La obra de Querejeta fue seleccionada contra pronóstico imponiéndose a la gran favorita “La Gran familia española” (Daniel Sánchez Arévalo, 2013), así como a “Caníbal” (Manuel Martín Cuenca, 2013) y “Alacrán enamorado” (Santiago Zannou, 2013). Podemos hacer cábalas sobre los factores que han llevado a la academia a designar la película “15 años y un día”. Seguramente, una de las razones de la decisión – a falta de una cinta realmente potente (ninguna de las cuatro lo es)- se deba a la presencia de Maribel Verdú en el reparto, ya que es la actriz con más tirón internacional frente a los personajes de las otras películas. La segunda razón puede deberse a los méritos propios, pues mientras el trabajo de Querejeta triunfó en el Festival de Málaga logrando la Biznaga de Oro a la mejor película, el resto de competidoras no ha conseguido ningún premio destacado.

A pesar de todo – insisto- “15 años y un día” no deja de ser una película más de montón; correcta en su composición y conjunto, pero que no aporta nada que no se haya podido ver en otras tantas cintas. Mismamente, su historia no destaca precisamente por su originalidad. Jon (Arón Piper), es un adolescente rebelde y alocado que está a punto de cumplir los quince años. Expulsado del instituto y tras tomarse la justicia por su mano con un repelente vecino, su madre (Maribel Vedú) decide enviarlo una temporada con su estricto abuelo Max (Tito Valverde) para intentar meter al joven en vereda.

Vuelve Querejeta a apostar por el temas de las relaciones humanas como eje principal de la trama, tal como hiciera en obras pasadas como “Siete mesas de billar francés” (2007), o el que hasta ahora es su trabajo más reconocido “Héctor” (2004). No apunta “15 años y un día” en esa dirección en su inicio, donde dentro del drama se puede observar un cierto punto cómico a partir de las trastadas y pasotismo de Jon y la incredulidad de su madre. Pero conforme avanza la trama y los personajes más adultos acaparan protagonismo, la película se gira radicalmente hacia el melodrama sacando a la luz todo tipo de problemas de convivencia y relaciones personales fallidas. Un bache un tanto indigesto del que la cinta se logra recuperar hacia el final con la vuelta a escena de Jon y su juvenil vis cómica.

Realmente, el hecho de que la película se centre tanto en estos problemas adultos, deja de lado el que debería ser el epicentro real de “15 años y un día”: el aprendizaje de Jon. Es este un adolescente conflictivo y pasota del que se espera una evolución a partir de la convivencia con su abuelo Max. Sin embargo, en ningún momento se crea un conflicto que llegue a enfrentar a ambos personajes en teoría tan opuestos. Jon sigue con sus trastadas mientras que el abuelo solo se dedica a poner malas caras. Existe un momento en que sí parece que se a dar dicha colisión, pero en realidad, este punto solo sirve para llevar la trama hacia otro derroteros.

La leve evolución que experimenta Jon se da en su propio caminar; y no porque realmente tengan un impulso de su madre o su abuelo. Es una evolución que surge a partir de un sentido de la justicia que el joven tiene hacia los suyos – algo visible a lo largo de todo el metraje y que su abuelo (aquí sí) refuerza con una historia personal- y que le hace actuar de una manera honorable. Sin embargo, la mayor parte de los aspectos conflictivos por los que la madre lo había mandado a vivir con su abuelo, siguen vigentes al final de la película (de hecho se profundiza muy poco en ellos), quedando finalmente en nada ese esperado gran paso hacia la sensatez y la vida adulta.

Mucho mejor que la historia es el trabajo actoral. Maribel Verdú demuestra una vez más lo grandísima actriz que es, con una actuación natural y creíble tanto en los momentos más distendidos como en los de mayor tensión. Pero no es solo ella – aunque se nota que está a otro nivel- sino que todos los personajes principales funcionan sorprendentemente bien. Tito Valverde, a pesar de no mostrar un gran registro interpretativo, resuelve solventemente su papel, al igual que Belén López (la inspectora de policía). Más destacados son los trabajos de Susi Sánchez (la abuela de Jon) y el joven Arón Piper (Jon), al que habrá que seguir de cerca en próximas obras.

No se puede comentar mucho más sobre “15 años y un día”. Suficiente película que no profundiza todo lo necesario en la que se antoja trama principal y que se pierde en temas humanos y relaciones bastante empachosos. Soberbia actuación de Maribel Verdú bien secundada por el resto de protagonistas. Trama amena con un final muy predecible desde prácticamente mitad de metraje. Para pasar el rato sin más pretensiones.

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