“Los Cronocrímenes”: Un lugar en el bucle

Crítica originalmente publicada en Hello Friki. VER
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No es fácil abrirse hueco en una industria cinematográfica como la española, donde una serie de actores y directores copan desde hace años (por no decir décadas) la mayor parte del protagonismo. Hay que ser muy bueno para conseguir destacar – y mantenerse- en este engorroso mundo audiovisual; si bien, a veces, ni eso es suficiente. Un buen ejemplo de ello está en el director, guionista y actor (entre otras muchas facetas) Nacho Vigalondo, que desde hace ya un buen puñado de años lucha contra viento y marea por alcanzar un lugar privilegiado.

Como otros muchos, Vigalondo es un personaje que tiene un mayor reconocimiento fuera que dentro de nuestro país. De Hollywood le llegó un pequeño empujón cuando su rocambolesco “7:35 de la mañana” (2003) fue nominado al Oscar al mejor cortometraje. Esta inesperada sorpresa sería la que le abriría la posibilidad de rodar su primer largometraje “Los Cronocrímenes” (2007), cuyo guión había estado desarrollando y puliendo durante largo tiempo. Cuatro años después, con un presupuesto ínfimo y unos recursos básicos, Vigalondo consiguió concluir la que sería su ópera prima, aunque aún tendría que transcurrir un año más para ser lanzada en cines.

Durante todos esos meses, la película fue ganándose el reconocimiento de la crítica y el público en multitud de festivales europeos y americanos. Mientras tanto, el director cántabro desarrolló una original promoción a través de las redes sociales, creando un videojuego online. En este había que ayudar a una tal Marta López, que tras denunciar a su empresa al ser despedida, descubriría una serie de fenómenos paranormales alrededor de esta. A través de una serie de videos, la protagonista iba pidiendo ayuda a los internautas para resolver el misterio. Como fuera, la suma de crítica y promoción consiguió crear una gran expectación que permitiría finalmente la distribución de “Los Cronocrímenes” en el año 2008. Una expectación que, a la hora de la verdad, se tradujo en un estrepitoso fracaso de taquilla.

Quién sabe si las cosas podrían haber sido diferentes si se hubiera contado con el apoyo de algún potente medio de comunicación y si se hubiera realizado una promoción más tradicional. En parte, seguramente sea esta una de las razones por las que el público en general no respondió como se esperaba. Otra, es posible que se deba a la etiqueta de ‘ciencia ficción’ con la que se presenta la cinta, un género no muy común en las producciones españolas y ante el que la gente no es muy dada a acudir al cine (basta con recordar el pobre recibimiento que tuvo la no muy lejana “Eva” (Kike Maíllo, 2011) a pesar de ser estrenada en más de doscientas salas).

A pesar de este batacazo, aquellos que hayan visto la película se habrán dado cuenta de que estamos ante una de las cintas españolas más interesantes de los últimos años. A día de hoy, puede que “Los Cronocrímenes” sea el mejor trabajo de ciencia ficción que se haya hecho en nuestro país y uno de los más destacados a nivel mundial en cuanto al tema que trata: los viajes en el tiempo. Es una película que se sale de los tradicionales estándares del cine patrio y que con todas sus limitaciones técnicas y humanas, ofrece una lección de cine del que muchos podrían tomar ejemplo.

Vigalondo desarrolla un relato a pequeña escala; un único escenario, cuatro personajes y una trama sintetizada en un breve espacio temporal. “Los Cronocrímenes” narra la historia de Héctor (Karra Elejalde), un hombre cualquiera al que una serie de eventualidades le llevarán a viajar atrás en el tiempo hasta encontrarse consigo mismo apenas unas horas antes. Es una historia que el espectador conoce en veinte minutos y que posteriormente se repite desde diferentes puntos de vista. Y es ahí donde se ve el perfecto cuidado con el que el director ha tratado la trama; como va conectando las diferentes líneas temporales; como va resolviendo los interrogantes mientras complica la aparente simpleza inicial del bucle; y cómo finalmente resuelve sin caer en una paradoja temporal.

Pero esta sólida y perfectamente hilvanada historia no sería lo que es sin el suspense con la que se desarrolla. Protagonista y espectador se encuentran en una posición similar y conocen los mismos datos. Ambos sienten la curiosidad por saber porqué ocurren las cosas, alcanzado en un determinado momento el total desconcierto ante el vertiginoso y cada vez más enrevesado transcurrir de los acontecimientos. “Los Cronocrímenes” atrae la atención del público porque este no sabe por qué derroteros va a desenvolverse la historia que se antojaba sencilla. La información vital para atar cabos va dándose con cuentagotas según se desarrollan las líneas temporales. Son cosas que están ahí, pero que solo las podemos ver en un determinado momento y desde un punto de vista conforme a una de estas líneas.

La mayor pega que se podría sacar de esta película es el de la labor actoral. Los dos personajes de más peso, Karra Elejalde y el propio Nacho Vigalondo (científico), no destacan precisamente por su naturalidad a la hora de actuar. Si bien la absorbente historia permite abstraerse de este detalle, hay determinados momentos en los que realmente parecen principiantes en este aspecto. Con más solvencia resuelven sus papeles tanto Candela Fernández (la mujer de Héctor) como Bárbara Goenaga (la desdichada mujer de la bicicleta).

Como señalaba al principio, Nacho Vigalondo es un director mucho más valorado en el extranjero que en nuestro país. A pesar de los sonoros fracasos en taquilla tanto de la película tratada como de su segundo largometraje “Extraterrestre” (2011), la industria estadounidense ha seguido muy de cerca su trabajo. En estos momentos se encuentra trabajando allí en su próxima película “Open Windows” (2014) que estará protagonizada por Elijah Wood y Sasha Grey; mientras que desde hace ya un tiempo se habla de un posible remake de “Los Cronocrímenes”. Es más, el mismo Vigalondo ha reconocido en varias ocasiones que la gran mayoría de las oportunidades que ha tenido le han llegado de fuera. Mientras tanto, en España seguimos dentro del nuestro particular bucle cinematográfico.

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