Crítica originalmente publicada en Hello Friki. VER
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Hay que reconocer que el incontestable triunfo que la película “Amor” (Michael Haneke, 2012) consiguió en el prestigioso Festival de Cannes, en los Premios del Cine Europeo y posteriormente en la gala de los Oscars (por citar algunas de las ceremonias más conocidas entre el público), hizo que otras muchas cintas europeas quedaran eclipsadas ante el poderoso y desgarrador relato del director austriaco. De esta manera, y nominada junto a la que finalmente sería ganadora del Oscar a ‘mejor película en lengua no inglesa’, podemos encontrar un trabajo de origen danés: “Un asunto real” (Nikolag Arcel, 2012), un drama de época ambientado en la Dinamarca de finales del siglo XVIII.
“Un asunto real” es una película de carácter histórico centrada en el reinado de Christian VII de Dinamarca, un rey pelele en manos de un Consejo que lo utiliza a su antojo y en su propio beneficio. Para intentar ayudar al monarca en sus trastornos, el médico Friedrich Struensee comenzará a trabajar en la corte ganándose pronto la confianza y amistad de Christian. Sin embargo, esta amistad hará temblar las bases medievales que rigen el reino, ya que Struensee, a través del propio rey, intentará aplicar una serie de ideas progresistas que chocarán con el carácter conservador y despótico de las autoridades que manejan el gobierno.
El recurrir a un hecho histórico determinado para construir una película, es algo que se lleva haciendo prácticamente desde los inicios mismos del cine. De hecho, frente a las reticencias que sienten muchas personas por coger un libro o leer el periódico, el séptimo arte se ha ido convirtiendo en un sensacional medio para el aprendizaje o conocimiento de la historia; si bien es cierto que, buena parte de las veces, hay que coger con pinzas lo que se cuenta en estas películas, debido a la gran cantidad de licencias que se toman muchos guionistas a la hora de desarrollarlas.
Durante su más de un siglo de existencia, han sido multitud los hechos históricos que, con mayor o menor fidelidad, han sido trasladados al cine. Pero el cine histórico no es solo un algo que trata acontecimientos de décadas o siglos lejanos, sino que también es un cine que trabaja sobre la más rabiosa actualidad (esa que está continuamente presente en noticiarios y portadas día tras día). Tenemos, por ejemplo, el recientemente estrenado “El Quinto Poder” (Bill Condon, 2013) centrado en Julian Assange (creador de Wikileaks); “La Noche más oscura” (Kathryn Bigelow, 2012) que versa sobre la muerte de Osama Bin Laden; o (con vistas al futuro) el biopic de Lance Armstrong que se encargará de rodar el británico Stephen Frears.
Evidentemente, vista la sinopsis, “Un asunto real” no es una película basada en un suceso actual, pero cualquiera que la visione, no podrá evitar relacionar la situación de entonces y con la que se vive ahora. Entre otras muchas cosas, la cinta de Arcel es una crítica al despotismo de ciertas clases dirigentes, que priman más sus asuntos que los de aquellos a los que gobiernan. Es una crítica igualmente a la demagogia y al inmovilismo político, elementos que se presentan a través de los miembros del Consejo Real, que se reparten el pastel negándoselo al pueblo; que se oponen a desarrollar políticas progresistas para el desarrollo de la sociedad; y que cuando pierden el poder, utilizan todos los medios posibles (incluidos aquellos que negaban o censuraban) para conseguir retornar a su puesto. ¿Les suena?
Junto a esta trama política se desarrolla a la vez un peligroso romance entre Struensee (Mads Mikkelsen) y la reina Carolina (Alicia Vikander), que hastiada de su esperpéntico marido, se dejará querer seducida por los encantos y las ideas revolucionarias del médico. Un amor prohibido en cuyo centro encontramos al bueno de Christian (Mikkel Boe Følsgaard), un rey de trapo, cornudo y manipulado por unos y por otros. Un niño caprichoso prisionero en el cuerpo de la persona más poderosa de Dinamarca, pero que es incapaz de asumir su responsabilidad. Es muy de resaltar la soberbia interpretación que Følsgaard hace (papel que le valdría el Oso de Plata a mejor actor en el Festival de Berlín) generando un personaje hacia el que se puede sentir repugnancia, lástima y cariño al mismo tiempo.
Podemos entender “Un asunto real” como una historia en la que se pueden diferenciar tres grandes elementos: la trama del rey Chritian VII; la relación amorosa; y las intrigas políticas. Todas ellas están desarrolladas de manera compensada, evitando primar una sobre otra, pero entremezclándolas de manera perfecta a lo largo de una trama pausada pero solvente. Además, como buena película de época, la fotografía de los escenarios y el vestuario de los personajes destacan por su esmerado cuidado, ofreciendo buenos contrastes entre las luminosas e impolutas zonas reales y la suciedad y oscuridad del pueblo.
Así pues, el resultado de la suma de unos personajes bien perfilados e interpretados; una trama de ascendente interés; y una pulcra puesta en escena, da lugar a un notable conjunto, que a pesar de extenderse más allá de las dos horas, carece de altibajos o momentos de pesadumbre. Una lección de historia que sirve para confirmar que, pasados seis mil años, el mundo sigue igual.
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