“Los Juegos del Hambre”: Mi primer Battle Royale

Crítica originalmente publicada en Hello Friki. VER
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Con una trilogía literaria por delante y a escasas semanas del estreno de la segunda parte cinematográfica (“En Llamas” - Francis Lawrence, 2013), “Los Juegos del Hambre” seguramente sea, a estas alturas, la obra juvenil más famosa y la única que ha sido capaz de ocupar el espacio vacío que dejó el joven aprendiz de mago Harry Potter. “Los Juegos del Hambre” fueron originalmente un conjunto de tres novelas publicadas por la autora estadounidense Suzanne Collins entre los años 2008 y 2010. Los buenos datos conseguidos con las ventas, llevarían apenas dos años después, a la adaptación del primero de los libros que da nombre a la trilogía: “Los Juegos del Hambre” (Gary Ross, 2012).

La trama nos traslada al país de Panem: unos antiguos Estados Unidos que han sido arrasados por un episodio apocalíptico desconocido y que han quedado divididos en 13 distritos y un centro de gobierno conocido como Capitolio. Debido a la opresión ejercida por este último, los distritos se sublevaron en busca de libertad. Sin embargo, el poder central terminó por aplastar la rebelión, e incluso, llegó a aniquilar al denominado Distrito 13. Como castigo, desde hace 74 años, cada uno de los distritos debe enviar a un chico y a una chica a participar en los conocidos como Juegos del Hambre, un concurso televisivo donde los participantes deben matarse entre sí, hasta que solo uno de ellos consiga sobrevivir. En esta situación, “Los Juegos del Hambre” nos narran la historia de Katniss, una joven que se verá obligada a participar en el susodicho concurso.

A partir de varias entrevistas con la autora, sabemos que la fuente de inspiración de esta trama vino mayormente del conocido mito griego del Minotauro. Esta historia narra cómo, periódicamente - tras perder una guerra - Atenas debía enviar a Creta a catorce jóvenes como sacrificio al Minotauro. Estos eran encerrados en el laberinto de la bestia intentando en vano encontrar la salida. También – y a pesar de que Collins ha asegurado su desconocimiento durante la escritura – “Los Juegos del Hambre” beben directamente de la obra de culto japonesa “Battle Royale” (Koushun Takami, 1999) con la que comparte bastantes elementos de la trama.

Inspirada o no por la obra de Takami, bien es cierto que a pesar de compartir trama, “Los Juegos del Hambre” ofrecen un enfoque narrativo diferente a “Battle Royale”. La principal seña de identidad de esta última, es que el autor se encarga de desarrollar la personalidad de todos y cada uno de los estudiantes que son enviados al concurso, hecho que Collins no hace con la mayor parte de sus “elegidos”. Mientras “Battle Royale” te ofrece a varios personajes con los que poder identificarte (Shinji, Kazuo, Mitsuko, Shogo…) cada uno con su forma de ser y sus objetivos, “Los Juegos del Hambre” se centran exclusivamente en el personaje de Katniss, girando toda la historia (y el resto de protagonistas) alrededor suyo. Esto sobre todo es un problema a la hora de la verdad, es decir, del concurso. Dado que apenas se conoce nada sobre los participantes del resto de distritos, sus muertes carecen de todo interés para el espectador y se pierde así cualquier tipo de impacto emocional. Novela y sobre todo película habrían ganado mucho con el desarrollo de dos o tres personajes variopintos con los que el público se hubiera podido identificar. De esta manera se haría más patente el mensaje de que - hagas lo que hagas o seas como seas- no hay escapatoria y que el único vencedor del juego es el Capitolio.

Otro elemento a destacar es que mientras en “Battle Royale” la relación sentimental entre los protagonistas queda en un segundo plano, en “Los Juegos del Hambre” es prácticamente el eje de toda la trilogía; un aspecto aceptable en el primer libro/película pero que en sucesivos llega a hastiar, dinamitando el atractivo inicial de la distopía, que queda relegada a un segundo plano. Por su parte, la obra de Takami está más centrada en los deseos de venganza de los participantes y en los diversos planes para escapar de la isla donde están retenidos. Es decir: la lucha por la supervivencia. Aparte, “Battle Royale” no tiene apuros en recrearse en la violencia que un espectáculo de este tipo debe claramente generar. Asesinatos y otras barbaridades se describen al detalle hasta generar dolor en el propio lector (la escena de los ojos es demencial). Todo lo contrario ocurre con “Los Juegos del Hambre”, con un libro donde se evita cualquier tipo de descripción gore y una película donde no se atisba ni una gota de sangre. Con ello quedan dos obras de temática semejante, pero cada una enfocada hacia un tipo determinado de público juvenil. Una más sosegada y sentimental; y la otra más cruda y realista.

Como sea, hay que reconocer que tanto el libro como la versión cinematográfica de “Los Juegos del Hambre” saben cumplir como mero entretenimiento juvenil. Y es de destacar la gran capacidad adaptativa que se ha dado -en gran medida- a la obra de Collins. Tenemos una primera mitad introductiva, hasta el inicio de los Juegos, que es un calco del libro. Una trama desarrollada sin prisas y hasta con solemnidad en ciertos momentos. Con algunas escenas realmente excelentes y otras que son pura bravuconería. Pero no se inventa nada; lo único que se hace es trasladar el papel a la pantalla.

Más peros se pueden poner a la adaptación de los Juegos en sí. Si la primera mitad de la película es totalmente fiel al libro, no se puede decir lo mismo de la otra mitad. Se ha omitido gran parte del sufrimiento de Katniss durante las primeras horas del show, pareciendo en cambio que campa por el estadio como si nada ocurriera. Se hecha mucho de menos toda la escena donde debe buscar una fuente de agua para evitar caer deshidratada, lo que –seguramente – era una de las partes más interesantes de la obra literaria. Es bastante incomprensible que omitan esta parte después de haber realizado una adaptación tan fiel del libro hasta este momento.

Pero seguramente la parte que más pierde en esta irregular adaptación es la de la relación entre Katniss y Peeta. No se ha sabido transmitir las razones que llevan a la joven a actuar de manera sentimental con su compañero de distrito. Mientras que en el libro no deja de ser una mera obra de supervivencia (a pesar de que este modo de actuar genera en ella confusión) en la película lo transforman en una simple relación amorosa, provocando que todo sea demasiado repentino e ilógico. Se suaviza el carácter mucho más complejo y distante de la Katniss del libro, para poder dar lugar a un típico -pero insulso- amorío hecho a la medida del público objetivo.

Cogida ya la cuesta abajo, muy a pesar de una primera mitad – recordemos –más que digna, “Los Juegos del Hambre” cierra con un precipitado desenlace que parece más un trailer de lo que está por venir que una conclusión a la historia como tal. Chocan mucho esas prisas por resolver a trompicones con el tono más pausado (que no lento) del resto de la película. Tampoco se sabe transmitir la sensación de peligro que rodea a los personajes tras la conclusión de los juegos y se omite totalmente la resolución agridulce de la relación de Katniss. Se prefiere apostar por un final complaciente con el espectador, lo que puede llegar a generar serios problemas en la adaptación de las próximas películas.

Queda “Los Juegos del Hambre” como un trabajo que cumple con lo que ofrece y que suele mantener -salvo en algunas escenas- un ritmo uniforme y lo suficientemente interesante para mantener al espectador atento a lo que ocurre. Pero también falla en muchas cosas: falta un mayor desarrollo de los personajes; capacidad de transmitir sensaciones al espectador; y sobre todo realismo respecto a la situación que se presenta. Observando este primer capítulo de la saga, queda claro que las próximas películas continuarán con la senda sentimentaloide aquí empezada. Y si los dos últimos libros de la trilogía tienden ya de por sí a desdibujarse en insoportables melodramas emocionales, lo que va a ocurrir con las películas va a ser aún peor. En breves saldremos de dudas.

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