Crítica originalmente publicada en Hello Friki. VER
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Creo haber comentado ya alguna vez que, a día de hoy, el Festival de Cannes es uno de los acontecimientos más importantes en lo que al cine se refiere. Todos los años, decenas de películas de todo tipo de géneros y nacionalidades se reúnen en un ambiente libre de la poderosa industria comercial americana que controla, a su beneficio, la mayor parte de las salas y buena parte de los galardones más conocidos entre el público. Gracias a su independencia comercial y política, a su internacionalidad y a la calidad de sus obras, Cannes ha logrado un prestigio prácticamente único y muy valorado por los amantes del séptimo arte. Un festival que, a su vez, funciona como escaparate para una serie de obras que de cualquier otra manera pasarían prácticamente desapercibidas.
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Creo haber comentado ya alguna vez que, a día de hoy, el Festival de Cannes es uno de los acontecimientos más importantes en lo que al cine se refiere. Todos los años, decenas de películas de todo tipo de géneros y nacionalidades se reúnen en un ambiente libre de la poderosa industria comercial americana que controla, a su beneficio, la mayor parte de las salas y buena parte de los galardones más conocidos entre el público. Gracias a su independencia comercial y política, a su internacionalidad y a la calidad de sus obras, Cannes ha logrado un prestigio prácticamente único y muy valorado por los amantes del séptimo arte. Un festival que, a su vez, funciona como escaparate para una serie de obras que de cualquier otra manera pasarían prácticamente desapercibidas.
Pero mucho más allá del susodicho festival francés, son pocas las películas de su selección que consiguen llegar a las pantallas a las que el gentío tiene acceso, y que – como he dicho antes- están ocupadas por el cine más convencional de las grandes productoras y distribuidoras americanas. Con suerte, es posible que la ganadora de la Palma de Oro consiga un ínfimo hueco durante la semana de su estreno para luego quedar reducida a cuatro salas contadas. El resto seguramente acaben en su país de origen sin tener siquiera una oportunidad en un colapsado panorama internacional. La prueba más reciente la tenemos en la no hace mucho estrenada “La Vida de Adèle” (Abdel Kechiche, 2013) ganadora de la Palma de Oro de este año.
Para la película que hemos de tratar debemos retroceder al festival de 2012. El mismo año en el que la gran triunfadora fue la durísima “Amor” (Michael Haneke, 2012), la FIPRESCI (Federación Internacional de Prensa Cinematográfica) otorgó en Cannes el ‘Premio de la Crítica’ a “En la niebla” (Sergei Loznitsa, 2012), obra de origen bielorruso y adaptación de la novela homónima del escritor Vasil Bykaŭ. “En la niebla” es un drama bélico ambientado en la II Guerra Mundial y que traslada la acción a un territorio soviético ocupado por la poderosa Alemania de Hitler. Tras el ahorcamiento de tres partisanos, un cuarto, Sushenya, es liberado. A pesar de su inocencia, todo el mundo cree que ha traicionado a sus compañeros para sobrevivir. Así, dos miembros de la resistencia local irán a buscarle para cobrar venganza.
“En la niebla” es una película que huye del cine bélico convencional más centrado en las grandes batallas, el patriotismo, o la heroica de un personaje o grupo. Al contrario, se centra en la psicología del ser humano dentro del ambiente hostil de la guerra. Una situación extrema donde el hombre se ve arrastrado a cambiar su forma de ser para sobrevivir, aún a costa de sacrificar cualquier tipo de amistad o lazo familiar. La desconfianza, la inmoralidad y la mezquindad son las únicas armas válidas para luchar contra la opresión de un enemigo salvaje. Y no hay término medio. O estás conmigo; o estás contra mí.
Es en este punto intermedio donde encontramos a Sushenya, un buen hombre que siempre ha sido querido y respetado por sus vecinos y compañeros, y que ahora, a pesar de todo, es repudiado acusado de trabajar para los alemanes y traicionar a sus compañeros. Sushenya solo es un inocente que no quiere inmiscuirse ni en un bando ni en otro; pero en contra de su voluntad, se verá arrastrado por los acontecimientos siendo manipulado por los alemanes y perseguido finalmente por sus propios amigos y vecinos que, consumidos por la lucha y la desconfianza, sentenciarán a un hombre que les podría llevar a la horca.
“En la niebla” es una película de desarrollo lento con una trama principal en la que se intercalan tres flashbacks (uno por cada protagonista). Estos vistazos al pasado son partes fundamentales para entender la psicología de cada personaje, su forma de ser y su forma actuar. A través de ellos no solo se conoce la miseria, la desesperación y la injusticia que vive Sushenya, sino que también se llega a apreciar el espíritu de la resistencia de los partisanos y los terribles sacrificios éticos y morales que deben tomar por el bien de su causa.
La pega que se le puede poner a “En la niebla” es su excesiva lentitud. A excepción de unos flashback perfectamente realizados, la trama principal peca muchas veces de estar estirada sin que exista necesidad de ello. Hay ciertos momentos en el que el abuso del ‘plano secuencia” – brillante en toda la escena inicial- ralentiza en demasía el transcurso de determinados acontecimientos. Hay mucho metraje que se antoja innecesario una vez visto el resultado final. La solemnidad que se pretende conseguir con determinados planos y escenas de larga duración no es efectiva, sobre todo al principio cuando el espectador aún desconoce la historia y los personajes con los que se va a encontrar. Las más de dos horas de duración podrían haberse limitado, sin renunciar por ello al tono pausado con el que se presenta la cinta y obteniendo una sensación final semejante, o incluso más poderosa.
Es “En la niebla” un dramático y realista vistazo a la resistencia y a los grandes sacrificios morales y humanos que se deben tomar en situaciones extremas. Una película de personajes complejos soberbiamente desarrollados a través de potentes flashbacks. Un relato cruel y antibelicista que sabe transmitir como pocas la barbarie de la guerra, su injusticia y los terribles efectos que provoca en el alma humana.
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