Ponyo es un pez mágico con cara humana que huyendo de su padre (un
misterioso brujo que pretender recuperar la gran diversidad de vida de la época
arcaica), ascenderá a la superficie terrestre, donde un niño (Sousuke) lo
encontrará. El mago, temeroso de que su plan se vaya al traste así como de las
graves repercusiones que puede tener la mezcla de un ser de las profundidades
con el mundo humano, irá tras Ponyo dispuesto a devolverlo a su lugar, mas cuando
lo haga, descubrirá que ya es demasiado tarde.
“Ponyo en el Acantilado”, estrenada en el año 2008, es hasta la
fecha la última película de animación dirigida por Hayao Miyazaki y la última entrada que compondrá este especial que
ha repasado sus trabajos desde sus inicios en Ghibli. Siendo una libre
adaptación del cuento de La Sirenita
de Hans Christian Andersen, “Ponyo” queda como la película menos
atractiva del trabajo cinematográfico de Hayao Miyazaki, con una historia muy
por debajo de cualquiera de sus obras antecesoras y con un fuerte giro
narrativo al seguido en sus tres últimos trabajos (“La Princesa Mononoke” (1997), “ElViaje de Chihiro” (2001) y “El CastilloAmbulante” (2004)).
El mayor lastre de “Ponyo” es su excesiva infantilidad que en esta ocasión, al
contrario de lo que ocurría con “MiVecino Totoro” (1988), carece completamente del característico guiño hacia el
público más adulto. Es una película creada en exclusividad para la infancia con
personajes planos e inocentes y hasta en ciertas ocasiones sumamente ñoños. La
historia, aunque sea entretenida y correctamente narrada no tiene un ápice del
misterio, la aventura, la sorpresa o el dramatismo que emanaban las tres
grandes obras antes citadas.
Eso sí, de lo que no carece esta
película es de la magia característica de Miyazaki y es precisamente el aspecto
visual que se consigue a partir de ella (el inicio del film o la escena de la
subida de los mares), lo más destacable de “Ponyo
en el Acantilado”. A pesar de todo, no hay nada nuevo que no se haya podido
ver anteriormente. Como se ha ido resumiendo en las anteriores críticas, la
obra de Miyazaki es una continua evolución e innovación en unos u otros
aspectos (visual, temática, creativa) pero en “Ponyo” se queda como estancado pues carece de algún aspecto innovador
o mejorado respecto a algún trabajo anterior. Es más, la sobreabundancia de
elementos en las escenas tan característicos de las dos últimas obras se pierde
así como elementos de iluminación, sombras y complejos coloreados que hacen de
“El Castillo Ambulante” un
espectáculo visual por si solo. Está claro que el nivel alcanzado en anteriores
películas es muy difícil de mantener (no solo por la capacidad de crear una
historia compleja sino por el enorme trabajo que supusieron), pero eso no quita
para que podamos afirmar que “Ponyo en el
Acantilado” es una obra acomodada, sin muchas pretensiones y que se vale
del nombre del director para conseguir salida comercialmente.
A partir de aqui, el futuro de la
obra de Hayao Miyazaki es un misterio. Ha quedado probada a lo largo de los
años su gran capacidad creativa e imaginativa, pero sin embargo, parece que su
“edad de oro” ha quedado atrás. Ya desde “El
Castillo Ambulante” se puede observar un declive en las historias del
animador japones, sobretodo a la hora de cerrar las historias con un mínimo de
coherencia. Después de haber participado como guionista en la más que correcta (y
superior a la obra aquí tratada) “Arriety
en el Mundo de los Diminutos”, se comenta que 2013 significará el regreso
de director a la gran pantalla con una historia centrada en Jiro Horikoshi, el
diseñador de un avión de caza más famoso en la II Guerra Mundial. Asi pues, si
los rumores se terminan haciendo realidad, nos podemos encontrar ante una nueva
película centrada en la aviación (la gran afición de Miyazaki), tal como ya se
hizo anteriormente con “Porco Rosso”.
Si esta película supondrá un nuevo ascenso de la carrera del genio japonés, eso
solo nos lo dirá el tiempo. Credibilidad, desde luego, no le va a faltar.
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