Apenas un año después del estreno de “Mi Vecino Totoro” (1988), Hayao Miyazaki estrenaría el que sería su cuarto trabajo de animación dentro del estudio Ghibli: “Nicky, la aprendiz de Bruja” (1989). Rápidamente, la película se convirtió en un éxito arrollador de taquilla en todo Japón, lo que le supondría obtener el pasaporte para su distribución por el resto del mundo. “Nicky” fue la primera película de Ghibli en ser conocida mundialmente y sentaría así las bases para la distribución de futuros trabajos del estudio japonés. “Nicky” es una película que fue creada a partir de una novela llamada “El Servicio de Correos de la Bruja” escrito por la autora de cuentos infantiles Eiko Kadono.
Tenemos en “Nicky” sin embargo, la obra menos atractiva de todo el trabajo desarrollado por Miyazaki a lo largo de su vida. Nicky, es una bruja que acaba de cumplir trece años. Tal y como estipulan las tradiciones de su pueblo, la joven debe abandonar a su familia durante un tiempo y buscar una ciudad donde asentarse y aprender un oficio adecuado a sus cualidades como bruja. Nicky, gracias a sus habilidades en el vuelo, montará un servicio de mensajería. Una historia que narra las dificultades de la independencia y del paso de la niñez a la edad adulta. Y exactamente, así se puede denominar dicho trabajo: una película que va a servir de transición (de madurez) para Miyazaki de entre sus primeros dubitativos trabajos y las obras mayores que, desde la siguiente película, lo consagrarán como uno de los animadores más reconocidos y admirados del mundo.
La trama, como ya se ha resaltado, es la más floja de todos los trabajos del autor japonés, sin que con eso sea mala. Es una historia de carácter normal, bien hilvanada, constante y entretenida. Pero le falta ese punto de magia y deslumbramiento propio de las películas de Miyazaki, que a partir de ahora no abandonará nunca sus trabajos. A “Nicky” le falta un punto de imaginación superior como el que había en “Mi Vecino Totoro” y un punto de majestuosidad como bien se puede ver en el final de “El Castillo en el Cielo” (1986). Es una película que a pesar de su buen hacer, queda un escalón por debajo de sus compañeras. La película es puro entretenimiento y quizás, siendo la más simple de las tres obras creadas por Miyazaki con carácter más infantil (junto a “Mi Vecino Totoro” y “Ponyo en el Acantilado”) sea la más fácil de ver y disfrutar para un niño dada su sencillez y trato agradable.
Visual y artísticamente continúa con la evolución ascendente que se encuentra ya cerca de alcanzar su culmen. Grandísimo trabajo el que se lleva a cabo en el dibujo de la ciudad y sus edificios. Si en el anterior trabajo se puso mucha atención en el color, sombras y degradados de los bosques, en “Nicky”, a estas características que vuelven a estar presentes (aunque su impacto visual es menor) hay que añadir el carácter detallista de cada plano. Es cuanto menos magnífico el dibujo de los edificios y detalles de la ciudad, el cómo está cuidado a conciencia cada detalle de esta y el ambiente, tan correctamente europeo, que se logra con ello. Sin embargo, una vez más, es la naturaleza la que obtiene el punto de mayor carga visual. Las escenas de la casa de la madre de Nicky (inicio y final de la película) son espléndidas con esos retoques y tonos tan bien entrelazados, que bien guardan un parecido similar a los escenarios de “Arrietty y el mundo de los Diminutos” que se estrenaría dos décadas después. De ahí, que podamos sacar la conclusión del alto nivel artístico con el que se trabajaba ya en esas fechas. La única pega que podemos sacar en este punto desarrollado, es la involución respecto a “Mi Vecino Totoro” del contraste de los personajes respecto a los escenarios. Si en la anterior película se había logrado una simbiosis cuasi perfecta entre fondos fijos y personajes-objetos móviles, en “Nicky” vuelve a hacerse demasiado diferenciado la perfección de los unos frente a la “simpleza” de los otros, y con simpleza me refiero al uso de colores planos demasiado saturados y escasez de sombras. No es un elemento excesivamente generalizado, pero hay ciertos puntos es los que la diferenciación queda un poco fea.
A partir de esta película, se va a dar comienzo a la etapa más madura y adulta de la animación de Miyazaki, con una mayor complejidad de las tramas, perfeccionando los intentos de las primeras películas y una calidad artística teniendo a la obra de “Mi Vecino Tororo" como referencia principal.
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